EL JARDÍN MÁGICO DE LUNA
Había una vez, en un
pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, un jardín mágico que
solo aparecía bajo la luz de la luna llena. Los habitantes del pueblo llamaban
a este lugar "El Jardín de Luna". Decían que dentro de este jardín, las
flores podían cantar y los árboles contaban historias antiguas.
Una niña llamada
Valentina soñaba con visitar este jardín desde que era muy pequeña. Cada noche
de luna llena, se asomaba por la ventana de su habitación, esperando ver
aparecer el jardín, pero sin éxito. Valentina comenzó a preguntarse si el
jardín realmente existía o si solo era un cuento de su abuela para hacer volar
su imaginación.
Una noche, justo cuando Valentina estaba a punto de rendirse y creer que todo era un cuento, escuchó una melodía suave que venía desde el bosque. Siguió la música, caminando con cuidado entre los árboles, hasta que de repente, ante sus ojos, apareció el jardín más hermoso que jamás había visto.
El Jardín de Luna era un espectáculo de colores y luces. Las flores brillaban con luz propia, y sus pétalos se movían como si bailaran al son de la música. Los árboles susurraban cuentos de aventuras y magia que dejaban a Valentina con la boca abierta.
En el centro del jardín, había una fuente de agua cristalina que relucía bajo la luz de la luna. Valentina se acercó y vio su reflejo en el agua. Pero no estaba sola; a su lado, se reflejaba una figura luminosa. Era Luna, la guardiana del jardín.
Luna sonrió y le dijo a Valentina: "Has sido elegida para ser la nueva guardiana del jardín cuando crezcas. Hasta entonces, puedes venir cada noche de luna llena para aprender los secretos de este lugar mágico."
Desde esa noche, Valentina visitó el jardín cada vez que la luna llena iluminaba el cielo. Aprendió a hablar con las flores, a escuchar las historias de los árboles, y sobre todo, aprendió la importancia de cuidar y respetar la naturaleza.
Con el tiempo, Valentina se convirtió en la nueva guardiana del Jardín de Luna, protegiendo su magia para que futuras generaciones pudieran maravillarse con sus secretos, igual que ella lo hizo una vez.
Y así, el jardín
continuó siendo un lugar de encuentro entre los sueños de los niños y la magia
de la naturaleza, recordándonos que, a veces, las historias más fantásticas se
encuentran justo a nuestro alrededor, esperando a ser descubiertas.